Ajedrez y go: los emperadores del mundo

Algunas veces, cuando nuestros padres o abuelos, o cuando un ok-boomer nos habla de los juegos que-valen-la-pena, suelen hacer hincapié en el aspecto físico de los mismos. Algunos estudios sugieren que es mejor para el cerebro, por ejemplo, escribir nuestros aprendizajes en una libreta que usar una computadora. Parece que lo tangible, en la mente de los viejos niños, tiene más validez en su imaginario que los espacios virtuales. Señoras y señores nos hablarán de la matatena, las canicas, el balero pero también nos hablarán de los juegos infantiles que ocurrían en los parques y los recreos: el stop, la rayuela o el avioncito, las trais. Aún es posible comprar un tablero de cartón con el juego de la oca, o con serpientes y escaleras, por unos diez pesos y eso nos sacará de un aprieto. Otros pueden encontrar un poco de paz en las barajas españolas para jugar al solitario o pueden comprar un bote de palillos chinos para inventarse su propia pesadilla multicromática. Sin embargo, entre esos juegos físicos, hay dos que son los emperadores: el go y el ajedrez. Son objetos testarudos, que aún dominan la imaginación de la humanidad y que siguen usándose como un recurso educativo para entender nuestra naturaleza lúdica. Sus estructuras están compuestas de piezas que nutren nuestra imaginación, inteligencia y habilidades.

¿Pero cómo el go, y el ajedrez, sin narrativa aparente nos pueden descubrir un camino a construir todas las historias? ¿Cómo sus piezas y sus tableros pueden considerarse una representación del mundo? ¿Dónde está el desarrollo de personajes de un alfil? ¿Cómo podemos asociar el rostro de un personaje con las piezas blanquinegras de un go?

No debemos subestimar el poder poético de los símbolos. Nosotros, como seres humanos, utilizamos los símbolos para imaginar, inventar y dar significado a nuestros alrededores. Con el tiempo, no solamente destruiremos o consumiremos el mundo, pero los tableros y sus piezas también nos enseñan a mejorarlo y hacerlo crecer, nos enseñan a sanar nuestra relación con el espacio físico, con lo tangible. Es a través de la reflexión de nuestras capacidades en estos juegos estratégicos que también adquirimos el poder para sopesar nuestros límites. Cuando encontramos nuestro reflejo en una partida de ajedrez o de go, casi alcanzamos una especie de entendimiento divino sobre el cálculo y las probabilidades. En algunos casos, podemos ver el futuro y nos sentimos como oráculos de la guerra y la diplomacia. Enfrentarse con otro es asumir el papel de nuestros iguales, rivales o compañeros. Cuando dos jugadores se enfrentan en un tablero, no sólo se entregan al placer o al ocio de un juego de estrategia, no solamente arriesgan su capacidad intelectual, pero momentáneamente son dos emperadores del mundo que discuten un destino imperial.

Propósito

  1. Reflexionar sobre dos juegos tangibles y antiguos, ¿por qué la gente sigue ocupando los espacios para practicarlos?  
  2. Entender cómo el juego es una metáfora del mundo, hablar con nuestro dictador interior que todo lo domina.  
  3. Apreciar como la escritura no solamente depende de los libros, pero también del juego al revelarnos que un cálculo de posibilidades es un estímulo refrescante para iniciar una historia. 
  4. Deleitarse con un poquito de Borges. 
  5. Platicar de blancos, negros, tableros, niñez y ok-boomers.

Temario

  1. Un poco de historia del ajedrez. 
  2. Un poco de historia del go. 
  3. Hablar de cómo afectaron estos juegos al imaginario popular. 
  4. Borges y los emperadores. 
  5. Inteligencia artificial y necedad humana.

Actividades complementarias

Sugiero que vean esta breve historia del ajedrez:

Sugiero que vean un poco de historia del go:

En Teams discutiremos más a fondo sobre ambos juegos en nuestra clase teórica. 🙂