La teoría de la simulación

Teoría de la simulación

En 1999, antes de que existiera el internet agresivo que nos vende películas y franquicias, tímidamente salió a la luz la primera película de una trilogía: The Matrix, producida por la Warner Brothers, escrita y dirigida por las hermanas Wachowski. Esta película no solo era de acción y madrazos, pero también profundizaba un dilema filosófico que en nuestros días se ha vuelto relativamente común, aunque siempre ha sido tema de la ciencia ficción contemporánea (léase Philip K. Dick): ¿somos parte de una simulación? ¿Qué es la realidad? ¿Y si somos el invento de una inteligencia superior? ¿Y si la realidad que estamos viviendo en el presente es un engaño? ¿Qué tal si somos parte de un elaborado experimento, análisis de datos que responderá una pregunta que va más allá de nuestro entendimiento? Un dicho común: “Los caminos de Dios son misteriosos”. Otras personas piensan que dios es un fantasma en la máquina.

Antes de Matrix, René Descartes escuchó sobre el sueño de la mariposa de Zhuangzi (4 a. de C.) y lo único que pudo exclamar al respecto fue: “es posible que esté soñando en este instante y que todas mis percepciones sean falsas”. Calderón de la Barca escribe: “La vida es sueño”. El argumento del sueño nos dice que si los sentidos en los que confiamos para distinguir la realidad del sueño, a veces no son confiables por la percepción congruente durante ambos estados de la consciencia, entonces ello dicta que debemos ser especialmente cuidadosos y antes de confirmar que estamos viviendo la realidad, debemos examinar a fondo nuestros sentidos para poder distinguirla.

Nick Bostrom, en el 2003, ha publicado un ensayo académico donde se hace la pregunta de si vivimos en una simulación computarizada. Una de sus ocurrencias (en lo personal, la encuentro graciosa), es que deberíamos agregar “fin de la simulación” como un posible evento catastrófico para definir el fin de la raza humana. Filósofos aparte, algunos quienes están informados de los avances de la física cuántica y el estudio de los rayos cósmicos, sugieren que deberíamos abandonar nuestra búsqueda a responder esta pregunta, pues ya que si pudiéramos confirmar que somos una simulación, entonces alertaríamos al responsable de medirla e igual que sucede en un estudio médico, cuando el sujeto es consciente de que le dieron la medicina real y no el placebo, entonces el estudio debe ser abandonado pues los datos ya no son veraces. Lo mismo: si nosotros fuéramos conscientes de pertenecer a una simulación, alguien podría considerar pertinente apagarnos. Cuando preguntaron a Elon Musk, genio y charlatán de nuestra época, si esta teoría podía ser cierta, él sugirió que definitivamente lo era, y que era una probabilidad en mil millones que perteneciéramos a la realidad base. Musk, igual que Bostrom, sugirió que con los avances tecnológicos, cuando nuestros juegos eran cada vez más reales y con mejor definición, era ingenuo pensar que nosotros no fuéramos una especie de videojuego.

En el teatro existe algo llamado “la cuarta pared”. Los actores, quienes han logrado adueñarse de sus personajes, darles una especie de vida en el escenario, simulación de una realidad ajena, cuando el guion se los permiten, rompen esa realidad para contactar con nosotros, el público: actor y personaje, nos miran entre la oscuridad, para entregarnos un mensaje, como un guiño, y decirnos que la vida es eso, precisamente un sueño. La teoría de la simulación nos maravilla porque nos hace conscientes de que somos seres de sueño, o seres de imaginación. A través de juegos que reinterpretan la vida podemos adquirir nuevas habilidades o nuevos conocimientos de una manera activa. El niño que simula ser un policía tiene en sus manos la capacidad de la justicia. Los muchachos que simulan ser deportistas, como futbolistas o tenistas, abren las puertas del mundo que puede permitirles convertirse en deportistas profesionales que los podría guiar por un largo camino hasta estar en presencia de los dioses del Olimpo, y compatriotas de todo el mundo, cuando carguen consigo la antorcha de los Juegos Olímpicos. Los videojugadores que simulan historias con sus muñecos de acción binarios, no solamente se entretienen, pero también descubren rangos nuevos de sentimientos que pueden ir desde la aventura hasta lo desconocido.

Paradójicamente, podríamos decirlo así, la simulación hace de nuestra realidad algo más llevadero y palpable.

Propósito

  1. Descubrir si somos una simulación, aunque vamos a fracasar. 
  2. Discutir cómo usamos la simulación como un entorno didáctico en nuestras vidas. 
  3. Discutir cómo la teoría de la simulación es un Deus ex Machina cada vez más viable en ciertas historias actuales. 

Temario

  1. Zhuangzi. 
  2. Bostrom y Descartes. 
  3. La teoría de la simulación en la cultura pop. 
  4. Juegos de simulación.